Crítica del disco de Poil - 'Sus' (2019)

Bajo el yugo de la imponente visión avant-progresiva de Poil

Poil - 'Sus' (2019)
(26 abril 2019, Dur et Doux / Altrock)

Poil - Sus

Los músicos de POIL han publicado hace poco un disco nuevo y hoy nos complacemos en presentarlo aquí: se titula “Sus” y su fecha oficial de salida al mercado fue el 26 del pasado mes de abril. Aunque se trata de un disco relativamente breve – no llega a completar el espacio de 41 minutos –, se trata de otra gran muestra de música progresiva vanguardista. Este trío francés conformado por Antoine Arnera [teclados y voz], Boris Cassone [bajo y voz] y Guilhem Meier [batería y voz]. La grabación de este disco tuvo lugar en junio de 2018, con un periodo de mezcla y masterización que tuvo lugar en el siguiente mes de noviembre. La estructura del repertorio contenido en “Sus” consiste en dos largas composiciones (una de tres secciones, la otra, de dos) que juntas completan un espacio de poco más de 40 minutos. El grupo le saca nuevo lustre a su vivaz, travieso y oscurantista modalidad híbrida de Zeuhl y RIO con elementos de punk-jazz y psicodelia; las partes cantadas están en idioma occitano y casi todas ellas siguen patrones armónicos del Renacimiento. He aquí la fórmula para una mágica colisión entre lo modernista y los misterios de lo tradicional, colisión que ipso facto se convierte en fusión meticulosa de factores dispares que hallan justamente en su mutua divergencia la clave para una voraz y contundente convergencia. “Sus” es un disco que nos ha dejado totalmente complacidos, adelantamos esto, pero mejor es que ahora vayamos a los detalles de su contenido, ¿verdad que sí?

El primer bloque del repertorio está compuesto por ‘Sus La Peìra’, ‘Lo Potz’ y ‘Luses Fadas’. Durando casi 12 minutos enteros, ‘Sus La Peìra’ da inicio al repertorio con unas primeras líneas de sintetizador y enclaves de piano eléctrico que en pocos instantes abre campo al trío en pleno, y cuando hablamos de estar en pleno, nos referimos a que despliega un vitalismo oscurantista y neurótico sobre un compás relativamente contenido. Así las cosas, el carácter otoñal y tormentoso del motif en curso logra encarnar una sólida mezcla de vivacidad y vibraciones macabras. Poco antes de cruzar la frontera del tercer minutos, el clima Zeuhl imponente incorpora en su propio núcleo un aura jazz-rockera con el propósito de introducirnos a la primera sección vocal, la cual se desarrolla sobre un trasfondo instrumental matizado. El desarrollo temático se va robusteciendo en ciertas partes en las que las complejas cadencias de la dupla rítmica son manejadas con elegante agresividad y las partes de los teclados se reparten entre cadencias mecanizadas, ornamentos psicodélicos y desafíos al muy filudo y travieso bajo. Mientras todo eso sucede, van emergiendo nuevos cánticos de estilo renacentista. Para los últimos minutos de la acción, el trío se reserva los regodeos más belicosos del exquisitamente extravagante armazón musical, usando como coda un pasaje climático a lo PROKOFIEV. La miniatura ‘Lo Potz’ es un canto sereno, al modo de un homenaje religioso: la parsimoniosa repetición de la última sílaba impulsa el arribo de la cadencia inicial de ‘Luses Fadas’. Aquí, el trío se dispone a desarrollar interesantes variantes dentro de su bloque estético proyectado para este álbum, comenzando con una metralla vocal-instrumental que apela al uso de sutilezas nerviosas para asentar un primer motif reconocible. La cosa no dura mucho pues luego sigue una retahíla de esquemas sonoros elaborados sobre grooves muy complejos, todos ellos sazonados con cánticos en algún que otro momento. Aunque su nivel de aguerrida fiereza no iguala totalmente al que notamos en varias secciones de ‘Sus La Peìra’, definitivamente supera a ésta en cuanto al despliegue de inagotable nervio. Cada vez que nos topamos con un pasaje en el que la triangulación de bajo, batería y piano eléctrico se enfila por un sendero relativamente sobrio, sabemos que no tardará un momento en que todo se deslice hacia un ejercicio de dadaísmo espasmódico; cada vez que nos topemos con una relajada parte cantada, anticipamos una próxima aseveración de tensiones surrealistas. El pasaje conclusivo de sintetizador que emula el desgaste de una máquina es un perfecto símbolo del colapso definitivo de una vida sonora que ya dijo todo lo que tenía que decir: una expresión de cinismo contra lo maquinista desde el mismo corazón de la máquina.

null

‘Grèu Martire’ y ‘Chin Fòu’ son las piezas contenidas en el segundo y último bloque del repertorio. Comenzamos con ‘Grèu Martire’, una pieza que se destaca frontal y rotundamente por establecer las exploraciones más sólidas de neuróticos contrastes y dinamismos complejos del disco. La banda elabora y sustenta laboriosas movilizaciones musicales que combinan la garra belicosamente excelsa del Zeuhl, el surrealismo combativamente oscurantista del rock-in-opposition de tradición francófona y la orgullosa liberalidad del free jazz, añadiéndose dentro de esta bizarra hibridización algunos trucos robustos que suelen ser propios del punk-jazz. He aquí la fórmula de este tema que encarna una de las instancias fundamentalmente elevadas del disco. El último minuto de ‘Greù Martire’ se centra en una coral organizada sobre un trasfondo etéreo desde el cual se proyectan los cimientos para el siguiente tema, el mismo que habrá de instaurar el cénit crucialmente decisivo del álbum. Nos estamos refiriendo a ‘Chin Fòu’, claro está, la pieza de 14 ¼ minutos de duración que se encarga de poner el broche de oro a este segundo bloque así como al álbum como un todo. Comenzando con una coral cuyo tenor ceremonioso ofrece un contraste frente a la frescura relativamente jovial de la que había cerrado la sección precedente, el ensamble pasa a desarrollar una sección incendiariamente hermosa donde le da un giro jazz-rockero a su discurso Zeuhl. El extenso solo de sintetizador incorpora elementos arábigos en sus alucinados vuelos, siendo así que, mientras se va desvaneciendo gradualmente su última nota sostenida, llega el turno de una nueva expansión coral. Se puede decir que en los primeros 7 ¼ minutos de esta pieza, el grupo se ha dedicado a explorar matices más constreñidos de su siempre inquietante esencia musical, pero una vez pasado ese lapso, se produce un salto rupturista hacia un jam frenético sobre un swing sofisticado en el que el machacante bajo apuntala como un martillo neumático mientras el sintetizador se retuerce y desgarra en una serie de solos vesánicos e inescrutables. La batería simple y llanamente parece poseída y guiada por El Gran Engañador a través de una arquitectura serpenteante. Pocas veces se puede escuchar a los espíritus embajadores de la locura ataviarse con ropajes tan distinguidamente dorados, pero eso es lo que se retrata en las enroscadas convulsiones instrumentales que el trío nos brinda en estos momentos: música diseñada para un desfile de este tipo de embajadores. En los últimos dos minutos y pico, la demencia sonora baja un poco con el uso de cadencias notoriamente despejadas y una nueva serie de cánticos ceremoniosos. Los últimos instantes están marcados por el gobierno de lo industrial bajo el dictado de la batería, la cual enhebra, al modo de un evento tribal, un contagioso swing a través de su asociación con los efectos percusivos aportados por el sintetizador y el bajo. Fin del ritual, fin de la última pieza.

Todo esto fue “Sus”, una expresión sórdidamente sublime de la imponente visión avant-progresiva de POIL, una de las entidades más poderosas dentro de la escena experimental francesa de nuestros días. Su yugo es inapelable e incuestionable, su alta posición dentro de la realeza de la estética contemporánea dentro de la escena progresiva actual se confirma con este enorme disco. ¡¡Recomendado al 500%!!

- Muestras de 'Sus':


cesar inca mendoza

  • Más críticas del autor en:

Autopoietican: autopoietican.blogspot.com