David Sylvian - 'Manafon' (2009)

 Crítica del disco 'Manafon'
14-sept-2009
Autor: Pablo M. Beleña
Calificación:

Música sólo para sus oídos

David Sylvian - 'Manafon' (14 septiembre 2009)
Samadhi Sound
Calificación:

 1."Small Metal Gods" 5:49
2."The Rabbit Skinner" 4:41
3."Random Acts of Senseless Violence" 7:06
4."The Greatest Living Englishman" 10:55
5."125 Spheres" 0:29
6."Snow White In Appalachia" 6:35
7."Emily Dickinson" 6:25
8."The Department of Dead Letters" 2:25
9."Manafon" 5:23

Duración total: -

Músicos:
- David Sylvian: Voz, guitarra acústica, teclados, producción, mezclas
- Werner Dafeldecker: Bajo acústico
- Michael Moser, Marcio Mattos:  Cello
- Christian Fennesz, Otomo Yoshihide, Burkhard Stangl, Keith Rowe, Tetuzi Akiyama: Guitarras
- John Tilbury: Piano
- Evan Parker: Saxo
- Toshimaru Nakamura, Joel Ryan, Sachiko M.: Efectos de sonido
- Franz Hautzinger: Trompeta

Grabado entre 2004 y 2007 en Viena, Tokio y Londres.
Género: Rock experimental, vanguardia.

Producido por David Sylvian
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Sylvian es así. O le amas o le odias. A su música, básicamente, que él no ha hecho nada para merecerse ningún mal, claro está. El caso es que si en sus recientes trabajos había abrazado el minimalismo musical como bandera, en este 'Manafon' ya cansa. Poco más se puede decir de este nuevo álbum, del que se sigue apreciando su buen gusto y su buen hacer... pero hay que armarse de demasiada paciencia para poder con él.

David me recuerda en muchas cosas a Peter Hammill. En cuanto a cómo dirige su carrera musical y profesional. A su rollo, a su estilo, pasando de cualquier moda o tendencia general. En el último trabajo de este de 2009 del genial multiinstrumentista y vocalista de Van der Graaf Generator se pudo ver los mismos pecados repetidos que ahora comete David Sylvian: autocomplacencia y desconexión total con la audiencia.

Cuando un genio termina haciendo arte sólo para él y para su gusto, comienza a cruzarse la línea entre la intolerancia y el buen gusto. Porque sí. Sylvian sigue haciendo, en esencia, buena música. Pero parece que cada vez más para sus oídos. En 'Manafon' se pueden llegar a escuchar composiciones atractivas y de una belleza extremas, como la apertura, que corre a cargo de 'Small Metal Gods'. Pero ya en la siguiente canción, 'The Rabbit Skinner', uno comprende a qué juega Sylvian.

Autocomplacencia es poco. Sólo él puede comprender qué quiere transmitir realmente. Y una cosa es el cine de autor, la música de autor, etc, y otra muy distinta es componer sin pensar en quién pueda escuchar tus creaciones, preocuparte por si gustarán. No creo sinceramente que Sylvian piense eso, sino que estará en el momento de concluir que "yo hago lo que me gusta, y si alguien lo aprecia, muy bien, pero no busco el éxito comercial". Desde luego que hay muchos puntos intermedios antes de hacer música comercial. Porque como se suele decir, la clave es hacer buena música. Lo demás, ya vendrá: el reconocimiento, el éxito de ventas, de crítica...

Su instrumentación en este álbum es, como decía, como la propia concepción: minimalista. Apenas una guitarra acústica, mínimos elementos de percusión, efectos de sintetizador -más bien ruidos que acompañan de fondo la música- y algo de piano. Nada más. Y es la misma en todas las canciones. No se cambia ni una clave, ni un tono, ni la sonoridad.

 Y poco más se puede decir. Soporíferos temas sin coherencia ni una línea melódica clara. Mientras que en 'Blemish' enamoraba este minimalismo hecho con criterio y gusto, aquí sólo se puede reconocer que su voz sigue siendo preciosa y que es el único reclamo para no apagar el reproductor y cambiar de disco inmediatamente. Son temas de la misma época, puesto que este álbum contiene temas grabados entre 2004 y 2007, año éste en el que salió a la venta 'Blemish'.

Además de la primera canción, la mencionada 'Small Metal Gods', se salva alguna composición con gusto y estilo como 'Snow White in Appalachia' -armándose de valor y paciencia-, mientras que en el conjunto de temas 'Emily Dickinson' y 'The Department of Dead Letters', incluye por fin alguna novedad como es algún instrumento de viento mínimo -el saxo y la trompeta-, aunque sin excesivo protagonismo.

¿Se puede hacer música sin percusión? Sí. Pero realmente mis oídos están ya demasiado condicionados, si no es al rock, sí a la instrumental del tipo Vangelis o semejantes, con cierto ritmo marcado. Al fin y al cabo, es uno de los tres elementos básicos de la música junto a la melodía y la armonía. Y aquí poco de todo esto... es Sylvian y ya está. Insisto: o se le quiere o se le odia.

Por cierto que hay que reconocer que las varias veces que he tenido que escuchar este disco para llegar a comprenderlo, siempre he aguantado hasta el final. El mérito lo tiene 'Manafon', canción que da nombre al disco y cierra el álbum. Más de la línea 'Blemish' y dejándose querer un poco. Y ya.

 Lo mejor: El buen gusto que siempre pone Sylvian en cada nota, en cada sonido. Y su voz, cautivadora como siempre.

Lo peor: Lo complicado es ser magnánimo en este punto. Supongo que lo peor es su desconexión total con el mundo 'real'.

Imprescindibles: 'Small Metal Gods', 'Manafon' y 'Snow White In Appalachia'. Poco más....

Puntuación: 5/10

Pablo M. Beleña
Diciembre 2009



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