El sólido tiempo del cambio: el carrusel de YES en los años 1971 y 1972

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Entre noviembre del 2013 y noviembre del 2015, algunas de las obras maestras de YES han recibido reediciones masivas bajo la meticulosa iniciativa ingenieril de Steven Wilson: nos estamos refiriendo a la trilogía de “The Yes Album”, “Fragile” y “Close To The Edge”, la cual representa la primera ascensión de la mágica propuesta musical de esta entidad en la primera generación del rock progresivo británico. De hecho, es una opinión común entre los coleccionistas expertos del género progresivo del rock y entre los historiadores del rock en general que esta tríada de discos marca el punto de inicio del cénit creativo del inmenso legado de YES. También es una opinión generalizada que el mago de los teclados Rick Wakeman comenzó a ser quien es en los dos últimos tercios de esta etapa particular de la banda, y cómo no, fue la época del develamiento de Steve Howe como uno de los máximos dioses de la guitarra sinfónica a punta de combinar su valiente virtuosismo, su imaginación melódica y su bizarro eclecticismo tanto en el estilo como en el nutrido arsenal creciente que manejaba sobre los escenarios y en los estudios de grabación. También fue el periodo en el que Bill Bruford crecía en proporción geométrica como uno de los arquitectos del rock más personales y decisivos de la historia. Tras su partida, el talentoso e impetuoso bajista Chris Squire encontró en Alan White a su aliado perfecto en la dupla rítmica dentro del paradigma Yessiano, pero Bruford siempre mantuvo su sitial – a despecho suyo – como el más inteligente orfebre del swing y la síncopa que haya pasado jamás por las filas de YES. Nada mal para el más joven integrante de la banda. El líder del combo, Jon Anderson, se sentía en la gloria cuando veía cómo se articulaban en la realidad el grupo al cual se proyectaba es sus sueños y el grupo concreto del cual formaba parte fácticamente en el día a día, a través de las alteraciones en su alineación. Comenzamos con “The Yes Album”, el tercer disco de la banda, grabado en los Advision Studios en las temporadas de verano y agosto de 1970 para ser publicado el 19 de febrero del año siguiente. Fue el disco que catapultó a Steve Howe como fuerza creativa dentro de YES pues su ingreso tuvo lugar durante la gira promocional del disco anterior “Time And A Word”, situación que le limitaba a ser un mero reemplazante de su talentoso antecesor Peter Banks. Aparecer en vídeos promocionales para canciones de ese álbum donde la guitarra que suena no es la suya no es realmente la meta última de alguien como Howe… de nadie, en general. ¿Y por qué llamar al tercer disco del grupo justamente “The Yes Album”? Hay un mensaje fuerte aquí: para Anderson, se trataba del primer disco verdadero de YES, el primero en el que se plasmaba su esencia estética más auténtica. 

  

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‘Yours Is No Disgrace’ abre el disco con un vigor rotundo que se explaya para elaborar un ingenioso desarrollo del cuerpo central, incorporando jams fogosos y llamativos grooves, empezando con las ágiles síncopas iniciales que evocan imágenes de las películas de cowboys. El largo solo de Howe trabaja con varios efectos y texturas, erigiéndose el guitarrista en protagonista especial dentro del gran entramado instrumental. El protagonismo de Howe continúa con esa fabulosa pieza de guitarra acústica a ritmo de ragtime que se titula ‘Clap’: la toma famosa procede de un concierto en el Lyceum de Londres, pero también contamos en esta reedición con una toma de estudio que es un minuto más extensa, incluyendo un adelanto de lo que habrá de ser la pieza de guitarra española ‘Mood For A Day’ para el siguiente disco de estudio de YES. Un documento fantástico de esa etapa de imparable efervescencia creativa. El opus tripartito ‘Starship Trooper’ cierra a lo grande la primera mitad del disco con un despliegue de opulencia semejante al de ‘Yours Is No Disgrace’, pero con una polenta más medida a beneficio de la narrativa de la letra así como del sentido orquestal con que se quiere articular la pieza. La sección central ‘Life Seeker’ fue compuesta por Anderson mientras que el interludio ‘Disillusion’ procede de una canción de la época en que aún estaba Peter Banks en el grupo (‘For Everyone’): aquí tiene un arreglo country con dos guitarras acústicas. El fastuosamente cósmico cierre llega con la sección ‘Würm’, compuesta por Howe a partir de un tema de un grupo al cual perteneció anteriormente (‘The Ghost Of Nether Street’ de BODAST): en esta nueva presentación, la sección construye una ambientación que gradualmente se intensifica hasta llegar a un momento en que la guitarra ha de desplegar un señorial vuelo psicodélico hasta el fade-out. El señorío no acaba aquí, claro está, pues el tema del cierre recoge la mejor agilidad de ‘Yours Is No Disgrace’ y la más sublime ambición de ‘Starhip Trooper’ para elaborar un prodigio de arquitectura y luminosidad. El momentum generado por el contrapunto de dos motivos simultáneos en el interludio fue inspirado por la pieza de BENJAMIN BRITTEN Young Person’s Guide To The Orchestra. En medio de todo esto, ‘I’ve Seen All Good People’ también sabe hacerse notar en su tránsito de una sección folk (‘Your Move’) a otra signada por una versión compleja de rock’n’roll (‘All Good People’).Las flautas dulces son cortesía del músico de GNIDROLOG Colin Goldring.
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‘A Venture’ es la canción en la que más se luce Kaye, una canción compuesta por Anderson inspirado por las batallas personales de su señor padre. El arreglo jazzero de la canción es bien manejado por la banda; además, contamos en esta reedición con una versión ampliada que se prolonga hasta los 4 ¾ minutos, mostrando un estupendo diálogo entre el piano y la guitarra mientras la batería diseña formas de realzar continuamente el groove reinante. Hay otros bonus muy interesantes que se ubican bajo el rubro de ‘Alternate Album’. Ya hemos mencionado la versión de estudio de ‘Clap’ y la versión ampliada de ‘A Venture’, pero también tenemos versiones en vivo sumamente electrizantes de ‘Yours Is No Disgrace’, ‘I’ve Seen All Good People’ y ‘Perpetual Change’. Las dos primeras fueron grabadas en un concierto en Londres mientras que la tercera se registró en un concierto en New Haven (Connecticut). Especialmente intensas son estas manifestaciones de ‘Yours Is No Disgrace’ y ‘Perpetual Change’: en la primera se proyecta inmensamente el vigor versátil de Howe, e incluso Kaye le da más presencia a su órgano en medio de la vorágina grupal, mientras que la segunda ostenta una furia épica que sirve de marco perfecto para el solo de Bruford que orienta el camino hacia el clímax final. Realmente Bruford estaba creciendo a ritmo trepidante como una de las figuras más pletóricas de la batería en el gran escenario del rock progresivo. También tenemos a nuestra disposición una versión en vivo de ‘America’, la cual se extiende hasta un espacio de 15 minutos y pico. Esta remodelación fastuosa de la composición de Paul Simon. Como es bien sabido, Anderson y Squire, como fundadores de YES, son amantes acérrimos del folk-rock y del blue-eyed soul, y si ‘America’ cumple con la primera de estas cuotas de devoción, la canción de THE RASCALS ‘It’s Love’ cumple con la segunda. 

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Haciendo un balance crítico de la nueva etapa creativa de YES que fue estimulada por el ingreso del genial Howe, hay que mencionar la desconcertante actitud pasivo-agresiva de Kaye respecto a su propio rol como teclista, la misma que le impidió potenciar una proyección sonora más expansiva para el grupo, y es por eso que no todo el potencial progresivo de la banda en este momento de su crecimiento no llega a concretarse fehacientemente. Dicha actitud se tradujo en un aferramiento a la dupla de órgano Hammond y piano de cola, añadiendo ornamentos de sintetizador Moog con poco entusiasmo y no demasiada iniciativa. El mismo sintetizador en cuestión que se empleó en “The Yes Album” pertenecía a Keith Emerson, quien llamaba mucho la atención del quinteto mientras los EMERSON, LAKE &; PALMER finiquitaban las delicadezas del que habría de ser su magnífico álbum de debut. Esta anécdota reflejaba muy bien el estado de alerta respecto al continuo deseo de madurar estilísticamente en el seno de YES. Las palabras de Jon Anderson son claras: “realmente la parte íntegra de trabajar con el teclista consiste en procurar expandir los sonidos disponibles para la banda la banda”. Añade Bruford: “Yo sentía que él no estaba realmente comprometido con lo que nosotros tratábamos de hacer. […] Se percibe cuando estamos ensayando – no se involucran tanto como otros. Así que se siente como que hay un peso muerto cuando los chicos de la banda no se están entregando al cien por ciento.” Así las cosas, tras una exitosa gira en Canadá y los Estados Unidos como banda telonera de los geniales JETHRO TULL y una aclamada actuación en el Crystal Palace II, Kaye recibió la merecida invitación a abandonar la banda a fines de julio de 1971. Lejos de ser un final triste para una etapa, más bien resultó esto el preámbulo del refuerzo de la buena etapa ya iniciada… y eso tenía que conllevar el ingreso de alguien tan versátil y creativo como Rick Wakeman.
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“Fragile” es el primer disco de YES con Wakeman como integrante, y eso significa varias cosas: que el grupo cuenta ahora con un teclista interesado en añadir la nueva tecnología de los sintetizadores, los mellotrones y el pianet RMI junto a los recurrentes recursos del órgano Hammond y el piano; que las ideas aportadas por los otros cuatro músicos se pueden apoyar en la pericia académica de Wakeman para que se puedan enlazar con la grandilocuencia deseada; y que ahora están todos y cada uno compartiendo en perfecto unísono el sueño de funcionar como un ensamble de rock orquestal. Y eso que el ingreso de Wakeman al quinteto fue muy azaroso. Eran las 3 de la madrugada de uno de los primeros días de agosto de 1971 y Wakeman había recibido una entusiasta aunque muy impertinente llamada de Squire preguntándole si quería unirse a las filas de YES, quienes venían frescos de la gira canadiense-estadounidense que se mencionó en el párrafo anterior. Una negativa enérgicamente parca y un corte abrupto conformaban la actitud natural de un sesionista agotado tras tres días seguidos de arduas labores para discos de diversos artistas, sin contar con los ensayos y próximos conciertos que debía realizar como integrante del emergente grupo folk-progresivo STRAWBS. Wakeman ya tenía un buen nombre por sus colaboraciones para DAIVD BOWIE y CAT STEVENS entre otros. Pero es verdad que entre la tozudez de Squire y los designios de las Parcas, el destino de Wakeman le iba a llevar a los cuarteles de ese grupo afirmativo que acababa de desprenderse de su teclista original: el grupo tenía en mente hacer su metamorfosis a una pequeña orquesta bajo la guía de Anderson y el buen Rick era la única pieza faltante en este puzzle, ingresando oficialmente en él a mediados de ese agosto. Con sesiones de grabación intermitentes en los Advision Studios durante el mes de setiembre (cosa que aprovechó Wakeman para cumplir con compromisos previamente acordados), “Fragile” salió al mercado a fines del noviembre siguiente. Las cosas salieron bien pues “Fragile” fue el disco que impulsó el primer momento de renombre de YES en el mercado norteamericano después de que “The Yes Album” les brindara el primer atisbo de popularidad a gran escala en el mainstream británico y europeo: de hecho, este cuarto disco de esta pequeña orquesta de rock llegó a ubicarse rápidamente en el Top 5 de las listas de ventas de LP en los EE.UU. Por supuesto, no podemos pasar por alto que este disco es el primero con portada dibujada por Roger Dean, quien estableció una gran empatía entre su visión estética del cosmos y la humanidad y la proyección musical del quinteto, que a estas alturas ya era fenomenal y enorme. 

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‘Roundabout’ es el clásico incombustible que da inicio al magistral repertorio de “Fragile”. Con ese embrujo aflamencado que emana de la introducción de guitarra acústica y ese vitalismo gozosamente tenso que se crea desde la compleja armazón rítmica de Bruford y Squire, tenemos un gancho asegurado, tanto más si las líneas vocales portan un vigor melódico tan brioso. Pero lo más brioso de esta canción está en la guitarra eléctrica de Howe y los teclados de Wakeman, los cuales alternan momentos de complementación con otros de armoniosa querella en un paisaje musical siempre pletórico, incluso en la sección reposada del interludio. Hablando del interludio, merece una mención especial el dinamismo pseudo-latino que Bruford construye con dos baterías sobregrabadas tras el segundo estribillo. Ostentando similares niveles de garra pero proyectándose hacia una espiritualidad más señorial, ‘South Side Of The Sky’ instaura un nuevo ejemplo del enclave sonoro que este YES renovado ha sabido conquistar con inteligente premura. El interludio de piano entra a tallar de forma muy natural a despecho del abierto contraste que brinda frente al cuerpo central, mientras que el arreglo coral llena espacios introspectivos con soltura. La pieza más larga del disco, ‘Heart Of The Sunrise’, es otro clásico inmortal del canon Yessiano. Diseñada para sintetizar y acaudalar el vigor de ‘Roundabout’ y el señorío de ‘South Side Of The Sky’ con una majestuosidad única, esta mini-suite ostenta una arquitectura espléndida en la que los diversos motivos se van articulando bajo una sensibilidad dramática radiante. Con la más breve canción ‘Long Distance Runaround’, el quinteto ya tenía un material bien madurado para el apropiado debut fonográfico de Wakeman como miembro de la banda… pero todavía no era suficiente para llenar dos lados de un vinilo, y eso que en algún momento del proceso de composición se había pensado en hacer un disco doble con dos lados de estudio y dos lados en vivo. En fin, se agregó al final del despliegue de traviesa gracilidad de ‘Long Distance Runaround’ un jam basado en un solo de Chris Squire: ‘The Fish (Schindleria Praematurus)’. Tras el colorido refinado de ‘Long Distance Runaround’ donde se marcan impresionantes duetos de guitarra y piano eléctrico  emerge un festín sonoro que es casi una orgía, un incesante viaje en 7/8 guiado por múltiples pistas de bajo y sazonado con recursos percusivos varios (básicos y concretos, como botellas y utensilios de cocina). 

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Al respecto, recuerda Bruford que él propuso a sus compañeros esta brillante idea: “A ver, todos, cada uno decidirá lo que hagan YES en un tema. Cada uno lo organiza, escribe, compone y dirige, hace lo que quiera con el resto de la banda. De esa manera, tocaremos lo que es la versión que cada uno tiene de YES”. Así, él mismo propuso un breve instrumental de poco más de medio minuto titulado ‘Five Per Cent For Nothing’, un pequeño patrón jazz-rockero en el que su ingeniería de tambores y platillos se llena con precisas líneas de guitarra, órgano Hammond y bajo. El título original de esta pieza era ‘Suddenly it’s Wednesday’ pero pasó a tener este otro por causa de la paranoia y suspicacia que causaba a los cinco músicos – especialmente los tres que estaban desde el inicio – el hecho de que estaban ganando un espacio en el mercado musical pero que no se traducía en ganancias más sustanciales para sus bolsillos. Enterándose de que el entonces recientemente ido mánager del grupo Roy Flynn iba a obtener por un cierto tiempo 5% de las futuras regalías de la banda, Bruford recurrió a la amarga ironía para protestar musicalmente ante ello: en retrospectiva, él lamenta haber hecho y admite que posiblemente le culpó al Sr. Flynn injusta e innecesariamente. Pero bueno, la miniatura en cuestión es estupenda, como una arquitectura danzante. Anderson, por su parte, propuso un cántico en el que se mezclan folclore céltico, raga india y góspel en un despliegue de jolgorio místico: ‘We Have Heaven’. El cierre de puerta añade un efecto surrealista a su final para el arribo ulterior de ‘South Side Of The Sky’… pero aún queda para el final del álbum el reprise de este mismo cántico al abrirse la puerta tras los últimos ecos de ‘Heart Of The Sunrise’. Los únicos que no se ajustaron al plan fueron Wakeman y Howe, quienes hicieron piezas estrictamente solistas. El mago de los teclados ya tenía casi totalmente listo un instrumental titulado ‘Handle With Care’, pero el hecho de que él fuera un artista solista contratado por el sello A&M hacía muy complicado que él pudiese insertar una composición suya en un disco que grababa para Atlantic, por lo que hizo un arreglo de una pieza de Brahms para titularla ‘Cans And Brahms’. De hecho, es muy posible que Wakeman haya sido co-autor y no mero arreglista de algunas de las intervenciones de teclado más llamativas del álbum, pero cuanto menos líos con las reglas de juego impuestas por A&M, mejor, así que mejor que no apareciera en los créditos. Howe propuso una bellísima pieza de corte académico con tenor aflamencado, ‘Mood For A Day’, influido por HEITOR VILLA-LOBOS. Este tema y ‘Clap’ son estándares definitivos del legado eterno del genial Howe.

 

Los bonus del disco vienen en una cantidad razonablemente generosa: tenemos, para empezar, una toma hasta ahora inédita del antes mencionado solo de Howe ‘Mood For a Day’, pero que aquí se rebautiza como ‘Mood For Another Day’. El cuerpo central es básicamente el mismo durante la primera mitad pero en la segunda se anticipan algunos breves esbozos después serán parte de la bellísima balada ‘To Be Over’ (del “Relayer”) y de ‘Leaves Of Green’ (el final de la penúltima suite del “Tales from Topographic Oceans”). Es una muestra de un proceso creativo en el que Howe trataba de encontrar un foco preciso para su composición. También hay una porción musical bastante curiosa: una breve tentativa de hacer una canción rockera con un groove poderoso y llamativo que respondía al título provisional de ‘All Fighters Past’. El asunto no llegó a nada concreto, al menos mientras Bruford estaba en la banda. Con un arreglo más expansivo y una pauta rítmica más reposada, ya con Alan White ocupando el rol de (entonces) nuevo baterista de YES, esta porción conformó uno de los motifs de la primera de las cuatro suites de “Tales From Topographic Oceans” – más específicamente, la sección ‘Young Christians’. De todas maneras, incluso en esta idea aún inmadura se nota que el esquema musical de la banda estaba solventemente macerada, y sobre todo, pletórica de vigor: la dupla rítmica es sólida y las florituras de Hammond a cargo de Wakeman son simplemente geniales. Otras joyas de gran valor histórico están encarnadas en un ensayo primario de ‘Roundabout’ (con menos sintetizador y una letra todavía incompleta) y una mezcla integral de las dos secciones del himno de Anderson ‘We Have Heaven’ (donde se nota la primacía total de los cánticos sobregrabados hasta el instante final, así como las deliciosas virguerías rítmicas con las que la dupla de Bruford y Squire enriquece el sencillo esquema rítmico). Un ítem particularmente revelador es una versión temprana de ‘South Side Of The Sky’, la cual utilizaba el interludio de piano como sección prologar, así como unos breves pasajes de corte folk-rockero marcado por el matrimonio de guitarra acústica y órgano (algo muy a los STRAWBS), para que recién en la segunda mitad entre a tallar la parte cantada. Exclusividades del Blu-ray son nuevas mezclas de ‘Roundabout’ y una versión evolutiva de ‘South Side Of The Sky’ más próxima a la versión oficial que todos conocemos. 


   

Tras la gira de promoción del “Fragile”, los YES volvieron a los Advision Studios con miras a grabar su próximo disco, que habría de ser también su próxima obra maestra: “Close To The Edge”. El grupo ya tenía más en claro cómo se completaría el repertorio para llenar el espacio de un vinilo completo, y eso se hizo reduciendo el número de ítems: una larga suite que ocupe todo el lado A y dos temas también generosos en extensión para el lado B. Es también notable la ampliación del espectro sonoro del grupo, cuyos esquemas musicales eran como un universo expandiéndose sin cesar: Howe introduce la guitarra pedal steel a su ya admirable arsenal de guitarras eléctricas y acústicas, mientras que Wakeman añade intervenciones al órgano de fuelles (de la Iglesia de St. Giles-without-Cripplegate) y al clavicordio, además de aumentar la presencia de mellotrones y Mini-Moogs. Hablando de clavicordios, para el registro de la aparición de dicho instrumento en el tercer y último tema del disco (o sea, ‘Siberian Khatru’), el grupo contó con los servicios de Thomas Goff, el más perfeccionista fabricante de instrumentos de teclado antiguos, quien se hizo presente en los Advision Studios para supervisar no solamente el ensamblaje del instrumento sino la disposición de los micrófonos. Una idea aparentemente absurda al servicio de una misión titánica: hacer uso de los cristalinos sonidos de las teclas de un clavicordio sobre un swing de matiz jazz-rockero en el intermedio de una canción caracterizada por una jovialidad imparable. En palabras de Wakeman, “yo siempre pensé que porque un instrumento estaba tal vez etiquetado para realizar una labor particular en una especie determinada de música, eso no quería decir que no lo pudieras utilizar pensando en un contexto diferente para él. Lo grandioso es que el resto de la banda opinaba igual. Las reglas existen para romperse.” Otra idea extraña es la de trasladar las observaciones estética y místicas del genio literario HERMAN HESSE – específicamente de Siddhartha, una de sus tantas obras cumbre – a una pieza rockera diseñada como una sinfonía de cuatro movimientos. Pero era ésa justamente la motivación de Anderson en aquel tiempo, expresar las nociones del río que lleva siempre al mar y que el mar representa en su inmensidad aquélla trascendente que es la esencia de lo divino. Él hizo casi todas las letras, aportando Howe algunas líneas, siendo así que en cuanto a lo musical, Howe gestó más del 50%. 


Todas estas nociones se concretaron sabiamente en ese monumento a la ingeniería prog-sinfónica que es la suite homónima de este quinto álbum de YES, suite que a lo largo de sus 18 ¾ minutos consta de cuatro secciones sucesivamente tituladas ‘The Solid Time Of Change’, ‘Total Mass Retain’, ‘I Get Up, I Get Down’ y ‘Seasons Of Man’. Los hábitos de ambos co-autores de escuchar música de cámara tuvieron mucho peso en los primeros esbozos de esta suite, pero también la vanguardia electrónica desarrollada por Wendy Carlos (entonces Walter) sirvió de inspiración para el moldeado de ambientes y ornamentos del sintetizador Moog. Por supuesto, la exigente y laboriosa magia del sonido completo llegó de parte del quinteto en pleno, y por eso hay mucho más que cámara y electrónica en esta gran composición. ‘Close To The Edge’ es, ante todas las cosas, un monumento al arte del ruido. Tras un ambiente lúdico de aves cantando plácidamente sobre un trasfondo cósmico emerge un impetuoso y majestuoso maelstrom que coquetea rabiosamente con el jazz-rock (según palabras del mismo Howe, “no estábamos influidos por la Mahavishnu Orchestra pero teníamos mucha admiración y mucho respeto por esa banda, era ese aspecto ensalzador del jazz lo que nos estimulaba, Bill ttiene raíces jazzeras y yo también”), donde la guitarra se erige como voz cantante y la batería se complace en ornamentar la sólida ingeniería rítmica con síncopas y parajes ingeniosos. Una vez instalada la primera sección cantada, el sitar eléctrico se encarga de asentar hermosos juegos armónicos los aportes de Wakeman al órgano, el pianet y el sintetizador, algo que se elaborará continuamente a través de diversas progresiones melódicas en las dos primeras secciones. Las famosas líneas “close to the edge, down by the river” son originarias de una canción incompleta que escribió Howe cuando vivía en un departamento frente al Támesis. La tercera sección ‘I Get Up, I Get Down’ explora esa mezcla de misticismo y fastuosidad que YES convirtieron en una de sus marcas de la casa, con el antes mencionado órgano de fuelles de la Iglesia de St. Giles-without-Cripplegate como instrumento protagónico. En cuanto a los arreglos corales y el desarrollo del canto central a cargo de Anderson, estos surgen de la combinación de otra vieja canción inacabada de Howe con un cántico de Anderson inspirado en el drama de la hambruna de las poblaciones paupérrimas de África. Para ‘Seasons Of Man’, el grupo retoma el motif rockero de ‘The Solid Time Of Change’ para remodelarlo con un talante sinfónico químicamente puro, incluyendo un fabuloso solo de órgano Hammond y, para el final, un regreso a la placidez inicial. Cabe señalar que la idea inicial para el solo provino de la guitarra de Howe, pero luego se trasladó y remodeló su esquema para el órgano, el cual le daba un aire más señorial al asunto. “Close To The Edge” fue como una manifestación de la faz del mundo ante sí mismo, un momento de explicitación del alma del universo a fin de impulsar un autorreconocimiento vital.  

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El lado B comienza con la bellísima canción ‘And You And I’, iniciada por Anderson como una suave pieza acústica que él intuía que podía expandirse hacia algo más grandilocuente. En efecto, su estructura también cuatripartita (sus secciones se titulan ‘Cord Of Life’, ‘Eclipse’, ‘The Preacher, The Teacher’ y ‘Apocalypse’, respectivamente) transita entre dos estrategias bien diferenciadas: cristalinas delicias pastorales centradas en la guitarra acústica de 12 cuerdas y los arreglos vocales de turno, portadoras de una calidez emocional que va a contrapelo con las preocupaciones sociales y pacifistas que Anderson traduce a su poesía tan particular; intensos viajes sonoros guiados por capas de mellotrón y efluvios de guitarra pedal steel donde la parsimonia reinante estimula un dejarse llevar por una iluminación mística. Wakeman, como siempre, fue el principal guía en la armazón de esta arquitectura. Según Bruford: “Si teníamos un problema recurríamos a Rick. Uno decía que tenía esta cosa que iba por un lado e iba bien encaminada pero no encajaba bien con esta otra cosa que también estaba bien y que queríamos usar. Rick proporcionaba la modulación armónica requerida para hacer la labor de unirlas de uan forma suave”. El mismo Wakeman confirma que “realmente disfrutaba de hacer este tipo de cosas y siempre me pareció que en ello residía mi mayor contribución a YES”. Durando poco menos de 9 minutos, la vivaz canción ‘Siberian Khatru’ se focaliza en la dimensión más puramente rockera del ideario Yessiano. Co-escrita oficialmente por Anderson, Howe y Wakeman, Bruford también merecería un crédito extra por haber compuesto la armonía ondulatoria de guitarra con la que Howe acompaña buena parte las armazones de mellotrón con las que la canción elabora su motif central. El interludio instrumental tras el segundo estribillo es magnificencia absoluta: se suceden el sitar eléctrico, el clavicordio, la guitarra pedal steel y la eléctrica en un despliegue de fastuoso lirismo que saca buen provecho del tremendamente llamativo swing principal. También cabe destacar el interludio cantado donde el grupo explora un esquema sutil antes de la retoma del motif central: los contrapuntos y complementaciones que se dan entre guitarra, bajo, mellotrón y batería tienen una compostura literalmente orquestal, vertiendo la extroversión general de la canción a un dulce jolgorio: la guitarra casi literalmente baila. Todo funciona en esta canción sobre el sostén brindado por su mecánica fundacional, la cual se deja inundar por la poética vitalista hasta el fade-out.  



La versión de estudio de ‘America’ es el ítem principal dentro de los bonus tracks de esta reedición, la versión larga de 10 ½ minutos así como la versión single que se reduce a un espacio de 4 ¼ minutos. Esta composición de SIMON & GARFUNKEL – uno de los grupos perpetuamente idolatrados por Squire y Anderson desde su primer encuentro – se convierte en manos del quinteto en una extravaganzaprogresiva con intensos y extensos guiños al country-rock, un campo idóneo para que Howe se expanda a sus anchas con innumerables solos durante la mayor parte de los parajes instrumentales, todos ellos encantadores y contagiosos en su tenor celebratorio. Wakeman ocupa un rol menos rotundo aquí, pero en los momentos donde gesta duetos con Howe permite al Hammond dar una solidez adicional al sonido grupal. También hallamos en esta edición (especialmente en el Blu-ray de bonus) versiones primitivas de las tres canciones del álbum. La suite ‘Close To The Edge’ se siente ya completa en su concepto central y lo mismo pasa con ‘Siberian Khatru’: es curioso y raro escuchar un solo de Hammond en lugar del de clavicordio en el caso de esta última, aunque también es agradable escuchar algunos arreglos percusivos en el interludio que, según parece, fueron considerados un poco excesivos en la versión final. Pero lo más raro es escuchar el canto de Anderson sin los coros de Howe y Squire. Para el caso de ‘And You And I’, el asunto es más revelador pues hay una estructura distinta en la segunda mitad, con un final orquestal y una mayor presencia de la guitarra eléctrica en desmedro del Moog. El triunfo artístico y comercial de “Close To The Edge” fue pletórico pero no totalmente radiante: una nube inocultable aparecía en el cielo bajo el cual los YES habían exorcizado a dialogado con sus musas durante un año y medio… y esa nube se desdoblaba en las letras de la frase “Bill Bruford se va de YES”. En efecto, tras concluir las sesiones de grabación de Close To The Edge” y a pocas semanas de iniciar la siguiente gira mundial, Bruford pasó a las filas de KING CRIMSON con un entusiasmo infinito, encontrando su tronco musical allí, destinado a convertirse en el baterista-percusionista más carismático y emblemático del amplio legado de esa banda liderada por Robert Fripp. YES supuso para el buen Bruford su primera temporada del programa de licenciatura mientras que en KING CRIMSON completó a aquélla y desarrolló su maestría y doctorado. En palabras de Rick Wakeman: “Yo no tenía ni idea de que él quería irse hasta el día en que nos arrojó la noticia-bomba. Siempre respeté a Bill por su decisión, la cual fue puramente por motivos musicales, pero me sentí muy frustrado en aquel momento.” Para Chris Squire, esta decisión le pareció muy extraña, muy confusa, pero… “por supuesto, terminamos reclutando a Alan White y él ha estado con nosotros desde entonces, así que el asunto no terminó demasiado mal.” El concierto que dio el grupo en el Aquarius Theater de Boston el 27 de marzo para cerrar su gira estadounidense fue el último con Bruford en como integrante del mismo. El nuevo disco salió al mercado el 13 de setiembre de 1972, en vísperas de la gira mundial de promoción: el mencionado Alan White se convirtió en el baterista-percusionista permanente de YES desde entonces, lo cual prueba que la situación de emergencia se manejó muy bien.

  
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Aquí concluye nuestro balance de este periodo de crecimiento y asentamiento de uno de los más notables paradigmas del rock progresivo sinfónico: YES. El énfasis afirmativo de su nombre (propuesto por el guitarrista original Peter Banks) encarnó algunas de sus máximas expresiones de celebración del ritmo, la exaltación de vivir y la espiritualidad en esta trilogía de “The Yes Album”, “Fragile” y “Close To The Edge” que acabamos de repasar. Gracias infinitas y eternas a todos los músicos asociados a esta tríada dorada del rock británico de los 70s.  


cesar inca mendoza

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