Si el pirateo musical y artístico, de por sí una práctica que debería ser condenable, se lleva simpatías de la sociedad, es por actuaciones como la que recientemente ha tenido la SGAE. Lo habrán visto y oído en los medios estos días: esta oscura fundación que 'vela' por los derechos de los artistas obligó a dar el 10% de su recaudación a un evento benéfico en el que el popero David Bisbal dio un concierto gratuito en beneficio de un niño enfermo.
Ni nos pongamos demagogos ni tampoco seamos condescendientes con la actividad de la popularmente conocida como $GAE. Con la ley en la mano, los gobernantes actuales han querido beneficiar normativamente a estos fines, obligando a pasar parte de las recaudaciones de conciertos y actos donde se interpreten canciones registradas en la esta sociedad. Bien. Pero no todas las leyes son justas ni los ciudadanos tenemos que acatar en silencio estas leyes. Se cumplen porque están aprobadas, pero no por ello se debe esconder la indignación. Es increíble que la SGAE se atreviera a reclamar ese dinero por mucho que finalmente se haya echado atrás. No es una rectificación que convenza. Máxime cuando conocemos por el diario El Mundo que hizo exactamente lo mismo con otro bolo benéfico para recaudar fondos para diversas enfermedades. Incluso tuvo pérdidas cuando se pagó el 'canon'. Vergüenza. Es lo que siento. Pero ni lo sienten igual los legisladores que hicieron esta ley ni los dirigentes de la SGAE.
Teddy Bautista... ¿a esto hemos llegado? Aún siento admiración por el líder de Canarios, ese grupo que sacó al mercado en los 70 el mítico 'Ciclos', uno de los mejores discos españoles de rock progresivo. Pero a lo que se ha dedicado posteriormente me llena de indignación. Y España ya comienza a estar harta.
