Crítica del disco de James LaBrie - 'Beautiful Shade of Grey' (2022)

El bello lado de la música donde LaBrie puede sentirse cómodo y brillar con luz propia

James LaBrie - 'Beautiful Shade of Grey' (20 mayo 2022)
Sello: Inside Out; Calificación: 6

James Labrie - Beautiful Shade of Grey

1. Devil In Drag
2. SuperNova Girl
3. Give And Take
4. Sunset Ruin
5. Hit Me Like A Brick
6. Wildflower
7. Conscience Calling
8. What I Missed
9. Am I Right
10. Ramble On
11. Devil In Drag (Electric Version)

Músicos:
James LaBrie: Voz
Paul Logue: Bajo, guitarra acústica
Marco Sfogli: Guitarras eléctricas
Christian Pulkkinen: Teclados
Chance LaBrie: Batería y percusión

Ficha técnica:
Ingeniero de sonido y producción: Jens Bogren


James LaBrie Band
James LaBrie Band (Foto: Thomas Ewerhard)

Partiendo de que nadie esté esperando escuchar en este regreso de James LaBrie a su carrera en solitario un guiño a la música de Dream Theater o sus propios inicios, entonces sí, disfrutará con 'Beautiful Shade of Grey'.

Porque este disco, su primero en 9 años tras el inconsistente 'Impermanent Resonance', no es para nada un disco de metal progresivo, ni siquiera de metal. Para nada. De hecho LaBrie se reivindica como artista con estilo propio y se separa totalmente de lo que hace el 90% de su tiempo con la banda neoyorquina.

LaBrie nos avisó hace unos años que quería regresar a esta faceta en solitario con un rock setentero y zeppeliano, pero en realidad no es tanto una cosa ni otra. Contó que había conocido a Paul Lodge en una colaboración puntual con la banda escocesa de metal melódico Eden's Curse, y que quedó interesado por contratarlo como socio y compositor de sus discos.

Y es que sí, hemos conocido el final de su larga colaboración con Matt Guillory, exitosa y brillante en sus inicios, ya bajo el sello de Mullmuzzler como banda, en realidad LaBrie bajo un nombre de marca. Sin Guillory se pone fin al metal melódico, a los arreglos más duros y también a cualquier guiño al progresivo.

Porque insisto, 'Beautiful Shade of Grey' es una obra de rock melódico, a veces medio folk, otras de pop-rock acústico... y con pocos, muy pocos acercamientos a algo que pueda ser considerado heavy o hard, y por supuesto metal.

Hay en el álbum muchos medios tiempos, baladas y temas de rock melódico, más cercano al AOR que a Dream Theater o sus raíces iniciales, ya que él comenzó a dar sus primeros pasos con Winter Rose.

Encontramos también a un LaBrie maduro, consciente del rango vocal que puede dominar ahora y por ello Lodge le ha dejado una alfombra roja para lucir su bella voz y su timbre exquisito. Temas fáciles de interpretar, donde lucirse y brillar como la estrella que merece ser tras 30 años de éxitos en el panorama rock y metal.

Basta escuchar la zeppeliana 'Am I Right' para gozar del mejor LaBrie, ese que te pone los pelos de punta sólo con su voz en tonos bajos y acompañando la melodía principal. O también la bella 'Wildflower', otra balada ideal para lucir su voz sin las estridencias que le obliga la música de su banda principal, DT.

Dudamos de que haya gira -ya anuló la de 'Impermanent Resonance' por falta de contratos-, pero sería ideal para poder recuperar la credibilidad como vocalista sobre el escenario, tras tantas dudas y especulaciones sobre playbacks y demás ayudas sonoras para tapar sus carencias vocales actuales.

Miren, basta ya de hacer bullying a los artistas. Si en algún momento hemos dado la sensación de que nos hemos unido a esas tendencias, sentimos haber dado tal imagen. Nada más lejos de la realidad: a los grandes artistas -y también los menos grandes- hay que respetarlos por su talento y su trabajo, y LaBrie ha sido sin duda una de las mejores voces que ha dado el metal internacional de todos los tiempos. Tuvo problemas de salud severos que le hicieron perder capacidad vocal por daños a las cuerdas vocales, y nunca se ha podido recuperar al 100%. Además, qué leches, el canadiense tiene ya 59 años recién cumplidos, y les invitamos a que nos digan qué pocos vocalistas resisten a plenitud a esas edades, o cuáles son editados en estudio para luego mostrar sus problemas en directo.

James LaBrie y Paul Logue
James LaBrie y Paul Logue (Foto: Thomas Ewerhard)

Otra cosa es la música: pues no, LaBrie no es un compositor ni creador. Es más bien un gran intérprete vocal, un Meat Loaf que se rodea de buenos compositores -o eso intenta- para crear discos bajo su firma personal. Y déjenme ahí sí, lanzar una crítica negativa: Lodge hace lo que puede, pero es que LaBrie comete el error de confiar toda su suerte en un compositor que no tiene gran talento en esta labor y que no era conocido por ello. Vamos a ver: era el bajista y compositor de una banda escocesa sobre la que nadie había escuchado apenas hablar en la vida, y no iba a ser el descubrimiento del siglo.

No entiendo bien qué vio LaBrie en Lodge, pero el disco es fruto de esa falta de talento sobresaliente, para dejarlo en notable o bien alto. Los temas a veces se hacen monótonos o poco atractivos, y pocos de ellos superan un corte de calidad digno de la firma del vocalista canadiense. Ejemplos doy: 'What I Missed', 'SuperNova Girl', la experimental 'Conscience Calling'...

Otras, son simplemente, casi clones: 'Sunset Ruin', 'Give and Take', 'Am I Right'... están cortadas por el mismo patrón, casi con los mismos arreglos mainstream y repitiendo estructuras, restando interés por acabar un disco que por momentos se hace un poco plano.

Hay otras que brillan con luz propia, como la pegadiza 'Hit Me Like a Brick' o la que fue carta de presentación, la sencilla pero resultona 'Devil In Drag'.

Como curiosidad, la aparición por primera vez junto a su hijo, Chance, que es un batería que cubre el expediente, sin campo ni espacio para lucirse como gran músico de metal que aparenta ser por aspecto. Los arreglos de teclados de Christian Pulkkinen, procedente de Eden's Curse, son notables, sin más, y a veces nos recuerdan mucho a Jordan Rudess en DT.

El disco se completa con 2 temas extras, una versión de 'Ramble On' de Zeppelin, que quizás nos sobra en un artista como LaBrie, por muy grandes que sean los de Page, Plant y compañía. Además, se ofrece una versión más rockera de 'Devil In Drag', sin guitarras acústicas.

La conclusión es clara: se agradece sin duda volver a escuchar a LaBrie en solitario y ha sido valiente este lanzamiento, reivindicativo, pero sin mucho valor que aprovechar desde unos oídos exquisitos que demandan progresivo o un rock-metal más sofisticados.


Calificación: 6/10 nota 6


Pablo M. Beleña