La música de los dioses
Beardfish - 'The Void' (28 agosto 2012)
Sello: Inside Out; País: Suecia; Calificación:
1. Intro (by Andy Tillison) Duración total: 1:06'47'' |
Músicos:
- Rikard Sjöblom: Voz, guitarras, teclados, piano
- David Zackrisson: Guitarras
- Magnus Östgren : Batería
- Robert Hansen: Bajo
· Género: Rock progresivo, Retro-rock, Heavy-prog.
· Grabado en 2012 en Suecia.
· Producido por Rikard Sjöblom & David Zackrisson.
¿Imaginan un zumo con las mejores frutas mezcladas, las más sabrosas y enriquecedoras? Pues algo así han querido hacer Beardfish con este inquietante, delicado, glamuroso y majestuoso 'The Void', una pieza maestra que guardará siempre en su nevera para mantener fresco el espíritu de la alta música y la esencia del arte.
Porque dejemos claras las cosas desde el principio: 'The Void' no será, sin duda, el mejor disco de estos chicos. Puede incluso que no tengamos que volver mucho tiempo atrás, porque su trabajo del año pasado, 'Mammoth', fue realmente alucinante. Pero sí será siempre su pequeña joya de especial gusto y refinamiento, delicado y preciosista, para recurrir a él en determinados momentos. Se me viene a la cabeza muchos ejemplos similares: quizás nadie ose calificar a 'Islands' de King Crimson como uno de sus mejores discos, pero tampoco nadie dudará que se trata de un especial álbum con una belleza inconmensurable. Eso es lo mismo que veo que le ocurre a 'The Void' para el pez barbado.
Y es que lo primero que es 'The Void', antes que nada, es un gran homenaje a los 1970, confirmándose los Beardish como un gran grupo de retro-rock, que sabe sonar viejo y añejo, como el mejor rock progresivo, en este caso, pero sabiéndolo llevar a la actual escena como nadie. Consiguen, en definitiva, que lo viejo suene a nuevo y original. Se me ocurren más casos retro de gran éxito reciente, como el 'Heritage' de Opeth o los 'Road Salt' 1 y 2 de Pain of Salvation. Pues en eso estamos en el caso de 'The Void', que no deja de rendir a lo largo de su recorrido musical a las raíces esenciales del género progresivo.
Siempre se ha dicho, reconocido por ellos mismos, que sus raíces fundamentales son Crimson, Yes y Genesis. En esta ocasión vemos más pasajes de influencias musicales y acudimos a grandes escuchas de temas que van desde la oscuridad doom de influencia de Black Sabbath, recordándonos pese a todo mucho a Bigelf, otra banda actual y de similar nacimiento cronológico, una década aproximadamente, a aires menos oscuros y más progresivos.
En una clara separación, Beardfish ofrece una primera parte del disco más guitarrera, retro y áspera, sucia en los acordes y la forma de sonar esa majestuosa guitarra de David Zackrisson, puramente setentera, con un sonido característico de amplis y producción de la época. Y además de la delicada y soberbia voz tan modulable de Rikard Sjöblom, destacaría el jazzístico bajo de Robert Hansen.
En cuanto a los temas, repasemos uno por uno. 'The Void' comienza con una fría introducción de medio minuto, con extrañas palabras sobre el futuro: "El chamán miró al futuro y no vio nada más que el pasado repitiéndose una y otra vez". ¿Será el indígena americano que vemos en la portada del disco? Da igual. Ya ha llegado la formidable primera canción del disco, 'Voluntary Slavery', cuyo comienzo nos lleva directamente a los zumbidos guitarreros de Fripp en el 'Larks Tongues in Aspic', aunque pronto torna a un ambiente tétrico doom que nos rememora a los mejores Sabbath, aunque con ínfulas de su etapa más ochentera, incluso de la etapa con Tony Martin como cantante, más que nada por la más parecida voz de sus vocalistas. Ojito al trabajo del bajista Hansen, aunque sin duda es un tema para el lucimiento de las guitarras 'avispiles'. También es muy bueno el trabajo percusivo de Magnus Östgren, entre la batería típica de Bill Ward y la originalidad de Bill Bruford.
'Turn To Gravel' vuelve a ser un tema guitarrero, oscuro y áspero, muy propio del rock sabbathiano, con un sabio y pegadizo estribillo y una gran capacidad para atrapar al oyente a su abismo. Le sigue una distinta 'They Whisper', primer guiño al progresivo setentero, con un evidente guiño a Emerson, Lake & Palmer, ya que incluso este comienzo se podría identificar con cosas escuchadas del 'Tarkus'. No sólo por los loops y giros continuos, típicos del enrevesamiento clasicista de los ELP, sino por las melodías elegidas y la forma de acompañar con los teclados los estribillos. Muy típico de Keith Emerson y que aquí hacen genialmente los Beardfish con un Rikard Sjöblom que está formidable tanto a las voces como a los mencionados teclados. Y atentos al épico final, tremendísmo musicalmente hablando. Más cercano quizás a sensibilidades crimsonianas que de ELP.
Por su parte, 'This Matter Of Mine' vuelve a ser un claro homenaje tanto a la oscuridad de Sabbath como a los giros continuos y estructuras de King Crimson, desde su inicio instrumental a distintos pasajes del tema. Su tramo final, es un original ejercicio de mezcla de estilos, que van desde algunos guturales en las voces a pasajes típicos de músicas mucho más amables y 'naïf' como las de Yes.
De ahí pasamos a 'Seventeen Again', una auténtica joya progresiva que nos recuerda a Focus de manera descarada y genial. A ritmo de tango, la concepción instrumental de esta canción no tiene mejoría posible. Es como si de nuevo pudiéramos oír a Jan Akkerman y Thijs van Leer unidos. Porque las guitarras suenan como si las tocara el holandés y el teclado es de otro mundo. Puede que lo mejor de este álbum. Como reza su título, 'Otra vez con 17 años', hemos viajado en el tiempo y recordado cómo conocimos por primera vez estas músicas incomparables. Suena mucho este 'Seventeen Again', a 'Sylvia' de Focus. Maravilloso.
Y con este tema de transición pasamos a una segunda parte del disco mucho más calmada e intimista, donde Beardfish ofrecen su más delicada versión posible. En 'Ludvig & Sverker' logran uno de los mejores riffs de guitarra jamás escuchados por el oído humano. Y no es broma ni exageración. Curiosamente las guitarras se apagan para dar paso a una altiva voz de Sjöblom que rinde homenaje al mejor Greg Lake para dar paso a un tramo del tema que nos recuerda a los más clásicos y épicos ELP. Alguna lágrima se soltará, seguro. Y después de ese segundo protagonismo, el piano se apodera del peso principal de la canción con mucho parecido al estilo de Emerson y decora de una manera increíble este inconmensurable 'Ludvig & Sverker'. 8 minutos de placer continuo. Para esto merece la pena comprar un disco.
Parón para llegar a 'He Already Lives In You', muy de Van de Graaf Generator, casi nada... Alma blues con teclados Hammond y riffs muy blacksabattheros harán las delicias de los más rockeros. Aquí el aroma retro es total. De ahí pasamos al tema principal del disco: 'Note', que tiene 4 partes, 'I. Note', 'II. Descending', la que tiene el nombre del disco 'III. The Void ', y IV. Note (reprise), aunque sólo dura 6 minutos y medio (casi todas superan los 7). Se trata de una exquisita pieza clásica con un piano tocado por la mano de Dios, delicioso, glamuroso y propio de un Mozart o un Bethoveen. La voz de Sjöblom vuelve a sonar a Greg Lake y así llegamos a esa influencia tan clara de los ELP más clasicistas, de formación de conservatorio. Ojo al estribillo, porque sólo con piano y voz Beardfish construyen un tema que ojalá algún día escuchemos dentro de 20 años para seguir emocionándonos como yo al menos lo hago cuando lo escucho ahora, en este año 2012.
Antes del final nos homenajean esta vez al mejor blues-rock con 'Where There Lights Are Low', que nos suena desde al contemporáneo Joe Bonamassa a cosas de Led Zeppelin, Hendrix o Gary Moore. Impresionante regalo musical y delicioso final. Y como decíamos, llega el final, porque lo que viene en la edición especial es un bonus con la versión aún más pianística, con esas notas de piano que usan en todo el disco a modo de 'leit motiv' para repetir tanto en las intros como para unir piezas. Se trata de 'Ludvig & Sverker Solo Piano Version', ya sin acompañamiento de cuerdas ni batería y repitiendo la estructura armónica de 'Note'.
Mirad, estoy harto de oír que repetir cosas de hace 3 o 4 décadas es falta de originalidad. Que en plenos años 10 de este siglo estemos emulando lo mejor del rock, que fueron los años 1970, es una joya y un lujo para nuestros oídos y nuestros bolsillos. Lo que aquí han hecho Beardfish no es imitar ni hacer un fácil disco de influencias. No. Han firmado una excepcional obra de arte que apreciará cualquier persona con una mínima delicadez y gusto artístico. Una majestuosa creación musical propia de genios pero a disposición de todos. "I will miss you... always", dice el estribillo de este último tema, sirviéndonos de ejemplo perfecto: siempre echaremos de menos esos años formidables de la música rock. Y si ahora les rendimos homenaje es porque lo merecen, y no es falta de creatividad. El mejor arte vive en nosotros, y los mejores creadores actuales tienen que tener esa sensibilidad y no tener ningún rubor a la hora de mostrarlo en sus actuales obras.
Gracias, Beardfish. Qué contradicción: este disco se titula 'El vacío'. Cuando lo escuchas eso es lo que ya no tienes en tu interior.
Puntuación: 9/10
- Página web oficial de Beardfish:
Pablo M. Beleña
Agosto 2012